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Loles Beamuz Morillas, totalmente desconocida y alejada de los medios poéticos y literarios, escribe un libro de poemas que desde un primer momento llama la atención por la correlación de emociones, distintas e innumerables, en nombres que preguntan, se interrogan, de lugares y referencias culturales y literarias que se pasean por sus páginas sin caer en la carga excesiva que oscurezca la emoción de los versos, en un cierto sentido giratorio, donde los personajes vuelven una y otra vez a escena. En el juego de las evocaciones desde el mismo título, Marfiel, dos palabras unidas que componen un nombre que puede ser real o ficticio, o sólo un juego de palabras. Curiosa mezcla que atrae y al mismo tiempo nos inquieta, como un vaivén de un mar tranquilo y en calma que en cualquier momento se vuelve tormentoso, se parece mucho a la vida. También ¿quiénes son Marfiel y Gabriela? ¿a quién habla la autora? ¿son dos personajes reales o irreales? ¿transfigurados? Entre ensoñación y nostalgia, tal vez, el nombre que da título al libro Marfiel, Loles Beamuz Morillas, nace en Córdoba, 1964.Es licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Sevilla y en Ciencias Políticas por la UNED. Marfiel es su primer libro. Un contexto cultural en base de episodios históricos y de hoy mismo abrigan estos poemas, una línea de tiempo en intenciones y maridaje entre la biografía y escenas cotidianas de todos los días. Y entre ellos Artemisia, la primera pintora feminista del siglo XVII que “tomaba clases de pintura y fue violada. En sus cuadros hay mujeres vengativas y gigantes”. Américo Vespucio el comerciante y cosmógrafo florentino que dicen descubrió América. Platón, Freud o Pessoa de pasada. O la serie de poemas dedicados a Bill Evans, uno de los pianista de Jazz más importantes de la historia. O como dice unos de sus versos: “y que siga Rimbaud cogiendo moras”.